De la primera exposición colectiva de arte chino de vanguardia en Occidente, a los pies del monte Sainte-Victoire en 1990, al relato colectivo de su recuerdo en 2016. ¿Cómo compartir un momento que no se ha vivido?

Sacha Guedj Cohen y Alexandre Theric
En 1990, la que ahora es directora del microcentro de arte La Non-Maison y de la residencia de artistas Résidence [43.5], Michèle Cohen, con 26 años y recién graduada en Historia del arte, tuvo una idea que llegaría a convertirse en una gran aventura: organizar la primera exposición colectiva de arte chino de vanguardia en Occidente. La idea había surgido un año antes, en una conversación con el historiador y comisario de exposiciones chino Fei Dawei durante los Encuentros de Fotografía de Arlés. Los sucesos de Tiananmen y la Primavera de Pekín eran muy recientes. Era un momento de represión, pero también estaban empezando las reformas económicas y el crecimiento sin medida. China bullía, se agitaba, intrigaba, asustaba y seducía…

En ese contexto, Michèle Cohen organizó del 7 al 31 de julio de 1990 en Pourrières, cerca de Aix en Provence y a los pies del monte Sainte-Victoire, la exposición Chine demain pour hier, en la que reunió a seis artistas que habían dejado China poco antes.

Cuando partió no sabía adónde iba, cuando llegó no sabía dónde estaba, ¡pero eso no le importaba!

El pintor Yang Jiechang acababa de clausurar un evento fundacional: la exposición dedicada a las artes contemporáneas «no occidentales» Magiciens de la Terre (Magos de la Tierra), propuesta en 1989 por el Centre Pompidou de París.

Otro «mago de la tierra», Huang Yong Ping, no imaginaba que sus instalaciones esculturales a gran escala representarían un día a Francia en la Bienal de Venecia.

El pintor y escultor Yan Pei Ming estaba iniciando su serie de retratos gigantes y casi monocromos.

El antiguo guardia rojo Gu Wenda ya utilizaba cabellos en su pintura.

El artista plástico Cai Guo Qiang no sabía que sería el primer artista chino al que el Guggenheim de Nueva York le dedicase una retrospectiva en 2008 y no podía ni imaginar que un día dirigiría, junto con el compositor Qiqang Chen, la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín…

Y por último había un artista plástico que falleció demasiado pronto, Chen Zhen, marcado por el Tíbet y la medicina china, sin duda uno de los más creativos, originales y lúcidos de la generación de artistas contemporáneos de la China post-Mao.

Todos estos artistas, que ya habían emprendido caminos y trabajos, los desarrollarían más tarde y se harían célebres. También Fei Dawei, comisario de Chine demain pour hier, e igualmente los críticos de arte implicados en la exposición, jugaron más adelante un papel decisivo en el descubrimiento por parte de Occidente del arte contemporáneo chino.

Rastros impalpables

Chine demain pour hier, que surgió de la iniciativa de una joven apasionada y constituyó un punto de inflexión en muchas vidas, sólo dejó unos pocos rastros.

«No hay que olvidarlo: eso fue antes de Internet, antes del vídeo y la fotografía digital, antes de Youtube y los smartphones. Hoy tendríamos un montón de vídeos y de fotos, de registros de todas clases. En 1990 todavía reinaba la artesanía documental. Circulaban los Kodak Ektachromes y la documentación costaba mucho dinero, igual que los catálogos. En cuanto a la prensa, a pesar de una cobertura honrosa, no tuvo apenas difusión…»

Eso es lo que cuenta el entonces Director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, Yves Michaud, que brindó un valioso apoyo al acontecimiento y que explica que «después el recuerdo se perdió o, más bien, se difuminó. Pocos lo recordaban y todos ellos tenían sus propias actividades y su historia personal. Todas las obras desaparecieron, como estaba previsto, por otra parte».

Y en ese estado de cosas, veintiséis años después fue cuando Sacha Guedj Cohen se lanzó a rastrear un rumor y unas obras efímeras.

Au_dela_de_lhistoire_racontée_5Sacha Guedj Cohen buscando los archivos de una exposición olvidada…
Sacha, la hija de Michèle Cohen, nació unos meses después de la exposición. Al igual que su madre, Sacha estudió historia del arte y no fue casualidad que la joven analizase la muestra de Pourrières mientras investigaba para su máster en la Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne. «Yo no estuve allí, por supuesto, pero era la única que había reunido tantos documentos y había realizado tantas entrevistas a los protagonistas de la exposición, los artistas y los críticos… «Al final de mi máster, mi investigación no había terminado. Así que continué con ella después de acabar la universidad».

Un éxito humano y feliz

L’opiniâtreté à faire revivre le souvenir d’un moment, décrit par Yves Michaud comme « une réussite humaine et joyeuse dans la manière dont les artistes s’impliquèrent, travaillèrent sur place et créèrent un événement fort » ; l’envie d’ouvrir le dialogue sur la manière dont s’est écrite, effacée, réécrite cette histoire collective sont finalement récompensées.

 

El 9 y 10 de julio de 2016, Sacha y unos cuantos convencidos (1) regresaron sobre los pasos de Chine demain pour hier. Apoyada por Almayuda y también por Château La Coste, el Ayuntamiento de Pourrières y France Culture, por fin pudo compartir y transmitir ese momento tan importante que no vivió.

La organización fue una carrera de obstáculos, pero en esa batalla encontró a un «compañero de transmisión». Cheng Ran es un joven artista que vive y trabaja en Hangzhou. Fue él quien penetró en el corazón de los escasos documentos que la exposición de 1990 había dejado y los usó para realizar un cortometraje de cuatro minutos que tituló Pour aujourd’hui, non pas demain (Para hoy, no para mañana). Lo comentaba en francés, lengua que no domina, con un poema escrito ex profeso para un evento de gran intensidad que expresaba el vínculo emocional entre el pasado y el presente, China y el Sainte-Victoire…

La proyección de ese corto fue uno de los momentos fuertes de los días 9 y 10 de julio de 2016, en los que también se llevaron a cabo varias conferencias y un paseo por los lugares de creación de los artistas de 1990.

Al final del paseo, al llegar al centro de Pourrières, los caminantes descubrieron una piedra de mármol que lleva grabada una frase de autor desconocido: «Cuando partió no sabía adónde iba, cuando llegó no sabía dónde estaba, ¡pero eso no le importaba!».

A propósito de estas palabras, Chen Zhen seguramente habría dicho: «Esto me suena a chino», lo que sería para él un gran cumplido. La frase alude al carácter de los chinos, que no abordan los problemas de frente y que, en principio, no afirman nada. «Nos expresamos con alusiones, con evocaciones, con metáforas que nos sirven como pretexto, como paradoja; dejamos caer una idea, un eufemismo».

(1) Michèle Cohen, Jean-Marc Decrop, Lorenzo Fiaschi, Jean De Gaspary, Abdellah Karroum, Bernard Marcadé, Yves Michaud, Emmanuel Perrotin, Cheng Ran.

Créditos foto
Fotos Siël Guedj Cohen y Archivos La Non-Maison

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